El villanovense Julio Ocampo, vive en Roma desde hace más de diez años. HOY
Julio Ocampo: «Llevo diez años en Roma, pero quiero volver a Extremadura y llenar la casa de gallinas y tener un huerto»
POLIFACÉTICO ·
Periodista, fotógrafo, escritor, artista y guía. Entre todas esas facetas y ocupaciones transcurre la vida del villanovense Julio Ocampo en Italia. Allí ha publicado su segunda novela 'Giacomo y Ludovico'
Periodista, fotógrafo, escritor, artista y guía. Entre todas esas facetas y ocupaciones transcurre la vida del villanovense Julio Ocampo. Y lo hace envuelto por siglos de historia que, en muchos casos, le sirven de fuente de inspiración cuando toca explotar la vena literaria.
Desde Roma, donde reside hace una década. Pero no es la primera vez «esta es mi segunda etapa aquí, ya que la primera vine de Erasmus en 2005», explica. Después, pasó algunos años en Madrid y volvió en 2012 «porque me enamoró la ciudad, sin más». Roma estuvo en su corazón, confiesa «y quería vivirla de otra manera diferente a como lo hice de Erasmus».
Allí reside junto a su mujer y su perra Rita, aunque no pierde de vista a su Villanueva natal, a la que regresa siempre que puede. Mientras, mantiene un estrecho contacto con su familia y amigos. Eso, cuando las múltiples ocupaciones se lo permiten. Una de las últimas, haber escrito su segunda novela, titulada 'Giacomo y Ludovica'. Son los hijos de Beatrice y Daniele, una familia romana con dinámicas muy peculiares que se exageran, tanto en lo bueno como en lo malo, durante la pandemia. Los niños pequeños presentan comportamientos tan extraños y cambiantes, que en ocasiones será complicado descifrarles. Una disección del yo -en Roma- entre basuras, delitos y ratas. Una historia donde los niños parecen hombres y los hombres parecen niños.
-¿Cómo es su día a día en Roma?
Depende el momento y el día. Suelo tener bastantes problemas con la monotonía por lo que casi ningún día es similar al otro. En líneas generales, me levanto a las siete, saco a Rita, vuelvo y hago el desayuno para todos. Leo los periódicos y me pongo a escribir o prepara alguna visita. Como normalmente en casa y tomo el café, al menos un par, y me pongo a leer para, después, ponerme a escribir nuevamente. A Rita la llevo al parque por la tarde. Le gusta jugar con las tortugas del lago. De fondo se ve el acueducto Alessandrino. Es espectacular.
-¿Somos los españoles, como dicen, muy parecidos a los italianos?
En nada. Aquí -en esta respuesta- entran muchos clichés y generalizaciones, que no me gustan nada. Pero no. Primero tengo que decir que los italianos entre ellos son muy diferentes, pero mucho, mucho. Uno de Nápoles no tiene nada que ver con uno de Venecia. Para empezar hablan dialectos diferentes, muy cerrados ambos. Son dos maneras de ser, dos modos de vivir, ambos interesantes, por cierto. Dicho esto, y aquí generalizo, el italiano es arrogante, pillín, sensacional, interesante y, en ocasiones, algo inmaduro. Está obsesionado con su comida y le encanta criticar su país, pero solo porque lo ama. Es poco curioso porque aquí lo tienen todo.
Julio Ocampo es guía turístico en Roma y gusta estar informado sobre lo que ocurre en Villanueva.
HOY
-¿Qué le enamoró de Roma?
Los mercados, los suburbios, la espontaneidad, la suciedad, la luz y el instinto animal.
-¿Qué familia vive en Villanueva?
Tengo a mis suegros y mi cuñado en Madrid, a mi padre en Leganés y mi madre en Villanueva de la Serena. Mi hermana en Pamplona. Mis amigos los tengo repartidos entre Villanueva, Madrid y Leganés.
-¿Le visitan amigos o familiares de Villanueva?
Mucho, muchísimo. Me encanta. Tengo un par que están enamorados del barrio Garbatella.
-¿Qué noticias le llegan de su ciudad?
Las últimas, lógicamente, sobre la unión con Don Benito.
-¿Qué opinión le merece la fusión Don Benito-Villanueva?
Me parece bien, aunque no me gusta juzgar. Creo que todo tiene sus pros y contra. Y, lo más importante, que todo el mundo -piense lo que piense- es susceptible de tener razón. Me gusta mi pueblo. Son mis raíces, mi vida. Mi familia y mis amigos. Mi infancia y adolescencia. La última vez que fui me paré en una rotonda a fotografiar las ovejas. Solo espero que esa estampa genuina y auténtica no se pierda. No siempre el desarrollo trae progreso.
-¿Hay algún aspecto o cuestión que le genere dudas al respecto?
Con la pandemia me generan muchas dudas las ciudades grandes. Yo he vivido en Madrid y Roma, también en Villanueva, Leganés y Cáceres. De todas guardo magníficos recuerdos y momentos dolorosos. Con la pandemia, para mí, el concepto de urbe grande ya no tiene sentido. Ha cambiado la manera de vivir, de relacionarnos. Una ciudad grande implica muchas renuncias y enormes frustraciones. Algo rural y pequeñito, a día de hoy, tiene mucho más sentido que una ciudad. Creo que el contacto con la naturaleza, el campo, los animales es mucho más ventajoso ahora que tener a disposición quince museos, cuatro bibliotecas o seis teatros.
La última novela que ha publicado ha sido 'Giacomo y Ludovico'.
HOY
-¿Qué es lo que más echa de menos de Villanueva?
A mis amigos, pero sobre todo a mi madre.
-¿Cómo has visto cambiar Villanueva desde que se marchó?
La veo siempre con mucho respeto y curiosidad. Con miedo, incluso. Cuando vuelvo, en ocasiones, tengo dificultades de ajustarme a sus dinámicas, tan familiares a mí en el pasado. Eso me hace, en ocasiones, sentirme vulnerable.
-Hábleme de su faceta como fotógrafo y artista
He realizado varias exposiciones de fotos en Roma: sobre los suburbios, la mirada de los sintecho... He presentado una sobre los gitanos de Roma. En la segunda parte del año uno sobre la comunidad musulmana. No tienen nada de social, aunque lo parezca. Simplemente me interesan los temas espinosos que generan controversia, polaridad... Para precisamente no juzgarlos. Mirarlos con la inocencia de un niño, libre de ideologías.
Mi faceta como artista acaba de comenzar. He expuesto su primera obra en el Museo dell'Altro e dell'Altrove di Metropoliz, un espacio ocupado de la periferia este de Roma convertido en centro de arte contemporáneo.
-¿Es guía turístico para españoles?
Hago tours alternativos para varias asociaciones, tanto en español como en italiano. También en inglés para algunas catacumbas. Las últimas, Santa Priscilla.
-¿Qué lugares menos conocidos de Roma y no tan turísticos nos recomendaría?
No lejos del centro hay lugares donde reparten leche recién ordeñada, lavanderos en uso, ovejas, cabras, jabalíes, lechugas que crecen espontáneamente y alcaparras adosadas a piedras milenarias... Eso es Roma para mí. El resto no me importa demasiado.
-La tortilla de patatas es nuestro plato más universal y nació en Villanueva ¿presume allí de ello?
Estoy muy orgulloso, claro. Sí que la cocino. También mi mujer. Creo que es el plato español que más gusta a nuestros amigos italianos. También la paella. El gazpacho algo menos por lo del ajo. Les encanta el ajo pero no se lo pueden permitir... cosas de la estética.
-Supongo que has pasado el confinamiento en Roma. Sin turistas no podría trabajar como guía, pero ¿y el resto de facetas?
Yo en el confinamiento escribí la novela y varios relatos cortos que fueron publicados en muchos libros. Creo que el periodista es esencial, pero lo de los boletines de guerra diarios... también a día de hoy... sobran. Y una cosa importante, aquí no ha habido buenos y malos, héroes ni villanos. Se ha enjuiciado todo demasiado... Creo que un periodista debe hacer que la gente se haga preguntas y no darles respuestas. Lo sé, porque a mí también me ha pasado.
- ¿Le ha servido esta etapa para escribir o crear?
Sí, mucho. El espectáculo de egos entre las personas ha sido fascinante. Sabía que éramos complejos, pero no tanto.
-¿Se plantea volver a Extremadura?
Sí, espero que pronto. Me he comprado una casa en Las Hurdes, un pueblecito de noventa habitantes que se llama Martilandrán. Quiero llenar la casa de perros y gallinas, plantar un huerto e invitar a mis amigos.
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