

«No podemos dejar al pueblo así». Es la frase que se escuchó en el grupo de personas que, en una plaza de España que minutos antes estaba repleta de paraguas, trataban de convencerse para aprovechar una pequeña tregua de un cielo encapotado que permitiera ver un año más la Carrerita en Villanueva de la Serena.
Y se convencieron, pese a que por unos instantes la decisión fue suspender la procesión, algo que había ocurrido por última vez en 2013. Más de una década después, la historia parecía repetirse y las lágrimas empezaban a aflorar entre los miembros de ambas hermandades, pero también entre los asistentes.
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La lluvia no cesaba y el suelo mojado de la plaza preocupaba por la posibilidad de que se produjera algún percance en la carrera de la Virgen de la Aurora al encuentro del Resucitado. Durante casi una hora se sucedieron las llamadas de teléfono en las que se establecía un primer retraso que se anunciaba por megafonía a los miles de personas que se encontraban ya desde antes de las 8 de la mañana cogiendo su sitio. Después, se acordó esperar hasta las diez menos cuarto y fue a esa hora, aún con los paraguas abiertos, cuando se daba por hecho que la decisión iba a ser suspender la celebración.
Sin embargo, la ilusión hizo ver un resquicio de luz en el mar de nubes. Toni llegó con el mensaje para ese grupo que no quería dejar al pueblo sin la Carrerita: «Que sí, que se sale». Los aplausos de los más próximos a ese corrillo sirvieron para anunciar la noticia al resto de la plaza. «Era una decisión muy difícil, pero no podíamos dejar a los villanovenses sin la Virgen ni sin Jesús», relata esta mujer, visiblemente emocionada, unos instantes después de la procesión.
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